Todavía guardo
el poema transcripto
en una hoja oficio y el espejo retrovisor roto.
Las dos cosas me las diste la
noche en que estábamos al costado de la capilla ardiente.
El espejo estaba partido en muchos fragmentos,
sostenidos por una superficie opaca que también estaba quebrada.
De todas
formas, las dos
cosas todavía reflejan a su manera, cuando las
miro o se
las muestro a alguien. Podría decir que salen de esa
especie de silencio cuando se encuentran
con una mirada.
*
En la hoja escrita puedo leer
“ese truco sutil me ha deformado, mis ojos y
mis narices han
virado hacia el
mismo lado del rostro” El
truco para mí no es desconocido Euge. Ese gesto lo sostuve en una sala
de emergencias. En
esto no hay
poesía posible ni tragedia pero
si existe una relación.
Después de
un tiempo empecé
a pensar en los regalos que me diste
envueltos en el sobre de papel madera. Pensaba
si estos regalos
el día que
muere una madre
se transforman en una especie de bautismo. La hoja manuscrita parece un
mapa que cambia su forma de manera constante y el espejo roto parece un
instrumento de navegación averiado.
Seguro estoy sobreinterpretando.
*
“A veces sueño
que me expando
y ondulo como una
llanura. Soy entonces toda la arena, todo el vasto fondo marino”,
algo así
dice la hoja. Yo en cambio a veces sueño con Villa Elisa, cuando era chico ypara mí el
tiempo corría de otra manera, la luz entre los arboles era
diferente, también los colores. Estoy
casi seguro, otra vez, el sueño
se confunde con las fotografías de esa época, o las imágenes a color de
los televisores de esos años. Algo así sucede,
tu poema dice; luego
de un rato, después
de despertar, todo está quieto y silencioso, congelado en el gesto.
*
¿Sabés? Las palabras
escritas, tu poema y cada reflejo
del espejo me devuelven una
imagen diferente de
lo mismo . Una
imagen calma, el detalle y lo que
se disipa. Una imagen. Los detalles. Lo que se disipa. Entonces siento que soy
lo gris contra lo gris, fragmentado en
demasiadas partes de
lo mismo. Ahora
mi vida depende de registrar incansablemente ese truco sutil en el reflejo de la luz sobre las
cosas, y sobre el tiempo
de esos reflejos, aunque sea como una
palada de órganos, enterrado en
un gesto. Desde ahí miro
lo que empieza
a sugerirse, lo
que emerge en
un espejo
roto, en la
hoja escrita, como
si fuera una
fronterade lo cotidiano, y en
eso, intento encontrar una forma de empezar, una vez más, a registrar con una cámara, o con las palabras, en un gesto
diferente.
*
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